Artes de México cumple una vez más con dar color y forma a una historia original y sencilla, al mismo tiempo que profunda. Vale la pena tomarla del librero, ofrecerla a los niños, leerla con ellos, responder a sus preguntas e invitarlos a hacer suyas las palabras. El niño y la Muerte es una provocación para saltar en medio de originales criaturas frente a las altas montañas de la sierra y acompañar a Alfredo en su encuentro divertido encuentro con la Muerte.
Por Myriam Yarelli Ramírez A.
Ciudad de México, 31 de marzo (SinEmbargo/Artes de México).- Un evento extraordinario confrontó a Alfredo a los ocho años a vencer uno de sus mayores miedos, quizá el de muchos: encontrarse con la Muerte. Los payasos, como cada dos o tres años, llegaron al parque de su pueblo y Alfredo asistió al evento. Pero al emprender el camino de regreso al rancho familiar, la oscuridad jugó con su mente y un poco también con la de los lectores.
A través de las ilustraciones del cauce del Río Súchil, Honorio Robledo y Alfredo Delgado traen a cuento la travesía de Alfredo y la ilustran de forma cálida y festiva para esta edición. La extraordinaria capacidad narrativa de Robledo y la destreza de las ilustraciones de Delgado nos sitúan en una ranchería, en la cotidianidad de ordeñar a las vacas, debajo de los tejados rojos de un poblado y de una luna menguante que se antoja de alguna región entre Zacatecas o Durango, pero bien podría ser de Chiapas o Veracruz. Esta historia ofrece a los niños una imagen de la Muerte ¡alta, delgada y vestida de blanco! Pero al mismo tiempo, nos aconseja, tal como lo hiciera el abuelo de Alfredo, sobre cómo despistarla y conseguir así que pase de largo sin tocarnos.
Quizá no es la mejor historia de cuna ni la que despierte los sueños más dulces de nuestros niños, pero sin duda invita a la valentía, levanta un suspiro amoroso y otro de alivio. Habrá que recorrer las páginas con valor para conocer a los changuanes o los chilobos, las criaturas que por la noche pueden aparecer en los peñascales de ese lugar mexicano en el que vive Alfredo. Honorio Robledo y Alfredo Delgado escriben y colorean una historia que va más allá de un cuento; un relato con identidad mexicana
Los seres y animales que habitan estas páginas visten colores para cuestionarnos sobre las historias y los secretos que todos alguna vez hemos guardado, aquellos que nos permiten conocer el mundo interior y el de todos.
